El artista sale de su taller, ¿por qué lo hace? Acaso algunos curiosos hayan hecho hincapié en una nueva forma de concebir el arte; ¿cuál es esta nueva forma y en qué se ha convertido entonces el artista?
Ustedes tenían algunas ideas al llegar a esta expedición. Que el arte es otra vida, otro cuento, una vivencia de la soledad, que el arte crea otra realidad para uno, que arte es aquello que impresiona, que te hace decir “wow”; que el arte asombra, que nos saca de la monotonía, que sobrepasa la vida común… Y todas estas afirmaciones son a su manera ciertas, como lo hemos visto hasta ahora pasando revista por algunos conceptos. Respóndanse entonces ¿cómo cumple nuestro proyecto con esa expectativa que teníamos al principio sobre el arte?
Hemos dicho, para responder a la pregunta formulada más arriba, que el artista se introduce en la vida cotidiana del ciudadano y atraviesa situaciones utilizando formulas que inducen a la coparticipación con el espectador al proponerle otros recorridos por la realidad:
“NOS DEBEMOS ATREVER A DES-SABER LO SABIDO PARA CAPTAR NUEVAS SESIBILIDADES”
Cuando des-sabemos lo sabido, nos quitamos prejuicios, y captamos nuevas formas de sensibilidad en el espacio. Lucía Romaní se refería a “aturdir” el espacio, y a partir de su lectura, pensábamos en hechos como “re-nacer” en el mismo. De esta manera, concretamos el concepto de “atender al orden establecido al mismo tiempo que lo fundamos”. Agreguemos algunos conceptos clave para seguir construyendo nuestra visión del arte: la multidisciplinariedad, y la relación ciudad virtual – ciudad física. El primero existe en función de los realizadores de la obra: la interacción libre entre personas interesadas en distintos temas. Por eso no es un problema que hayan diferencias de percepción, pensamiento, sensibilidad, etc. al interior de un colectivo, esto antes resulta aportante. La comunicación entre los miembros del colectivo, y entre este y el resto del mundo, sucede gracias al cyber-espacio, que como veremos más adelante, también forma parte del espacio público. Gracias a la web, podemos reunirnos a la distancia, y comunicar nuestro trabajo al resto del mundo. La web para nosotros es como el lienzo para el pintor, si bien este papel lo juega en primera instancia el espacio físico de la obra propiamente dicho. Pero una vez la obra se ha consumado, es a través del registro audiovisual y su colocación en internet que la obra se difunde.
Ahora bien, ¿cómo es que se re-funda el espacio, el orden? Cuando cada uno piensa en intervenir el espacio, lo hace desde sus preocupaciones, desde sus gustos; y cuando imagina el espacio impactado por sí mismo de esta manera, lo que está haciendo es imaginar una ciudad: creando una ciudad invisible. Así, el colectivo es una interacción de ciudades invisibles que toma el espacio y lo recrea, surgiendo como resultado un nuevo espacio público. Esto es lo que los autores que hemos leído refieren como el trabajo de “tejedor de red”; pues el artista vincula su ciudad con la ciudad real, y crea cohesión al interior de la sociedad uniéndola en torno a su obra.
El arte contemporáneo sucede en el espacio público, y la acción que sobre él se ejerce tiene vocación colectiva, porque lo público, en una acepción elemental, es de todos. Por eso, cuando la obra permite la participación del público, se convierte en un “campo de experimentación”, ya que es impredecible lo que pueda pasar. Como espacio público entenderemos aquel espacio del que pueden participar personas sin restricciones controlables: la calle, la universidad, internet, la divulgación escrita, y con ciertas limitaciones, la radio y la televisión. Piensen por ejemplo en la distribución por radio de un anuncio alocado que impacte a través de palabras y música: cualquiera que sintonice la emisora puede acceder al mensaje y ser tocado por la obra.
Para intervenir el espacio tenemos que explorar el entorno cotidiano, conociendo de cerca las realidades de cada lugar.
